25.10.11

LA RIGIDEZ

Primer plano de un dedo masculino bañado en helado de dulce de leche derretido. La cámara sigue al dedo mientras éste se introduce lentamente en los labios pintados de rouge de una mujer muy blanca. Con suavidad, el dedo realiza movimientos circulares, como si tanteara los dientes. Luego sale y con la mano apresa el mentón de la mujer, lo hace girar un poco hacia los lados y le da un golpecito aprobatorio demasiado débil. La boca de la mujer permanece entreabierta, brillosa, ensalivada. Se abre el plano. El hombre tiene aspecto de ejecutivo exitoso. La mujer, con un vestido de noche y tacos altos, está atada a una silla con los pelos revueltos.

Juanita observa lo que sucede desde la comodidad de su casa. Excitment web services es el vago nombre de una empresa dedicada a llevar las fantasías sexuales más jugosas a las retinas de millones de personas ansiosas y solas como Juanita. Hace falta tener una computadora, una cuenta en el sitio web y pagar unos pocos dólares para acceder a las representaciones en vivo de cuanta fantasía erótica quepa en la mente humana. Ahora mismo Juanita empieza a deslizar una mano debajo de su bombacha en busca de la mata de pelos que rodea sus labios. No suele masturbarse con frecuencia. Pero es imposible resistir la tentación ante la pantalla: la excitan las violaciones y el bondage. Su último novio la abandonó después de acusarla de pervertida. Nada que ver, apenas me gustan un par de cosas divertidas, nada raro. Juanita piensa que su peor defecto es la sinceridad. Por las tardes come galletas en su cama y mira el prime time de canal Sony. Por las noches llama por teléfono a su ex novio con la esperanza de descubrir la voz de otra mujer al teléfono. Ya te dije que no llamés de nuevo, no sé cómo no podés entender que no quiero saber nada de vos. Juanita dice que llama para no perder la amistad, la hermosa amistad que los une, que todavía los une. Juanita no sabe mentir muy bien. Sabe a la perfección que no existe tal cosa como una amistad hermosa con su ex novio. Mucho menos otra mujer. La sola idea de haber sido abandonada por sus propios méritos (o la escasez de ellos) le parece insultante, poco veraz. Tiene sus pequeños defectos, ¿acaso no todos los tienen? Si tan solo pudieran verse una vez más, la última. Él no quiere saber nada, ya se lo repitió un millón de veces. De acuerdo al registro de Juanita, no fueron tantas veces. Una gatita pasea por la cama, frotándose contra las piernas desnudas de Juanita. Esta sensación la hace sufrir de una manera terrible. Esas caricias deberían ser las de un amante. Por las madrugadas entra a Excitment web services, introduce su nombre de usuario, cumwithme_222 y la clave secreta. En el menú hay desplegados infinidad de etiquetas que conducen a videos antiguos. En otro menú figuran las últimas actualizaciones. Encima de este último hay un banner que anuncia si ese día habrá acción en vivo. Por lo general tiene suerte. Los usuarios registrados pueden, además de acceder a este servicio, participar de dos formas distintas. La primera, mediante los comentarios. Gracias a esta opción, el Administrador de la Sala del placer puede enterarse no solo de las opiniones de sus ‘clientes’, sino que puede conocer sus gustos y atender las sugerencias. Cuando lo cree conveniente, puede aplicar alguna de estas sugerencias al espectáculo en vivo. La segunda forma es sencilla: la participación como protagonista del espectáculo. El administrador elige de un listado de postulantes voluntarios aquellos que propongan las fantasías más originales, osadas y calientes. La mayoría de las veces se trata de modelos contratadas para la ocasión. Ellas se encargan de llevar adelante el show. Pero en ocasiones es alguien del público quien tiene la chance de aparecer frente a los ojos del mundo como el más pervertido ciudadano común. Un sueño de Juanita era ser filmada mientras su ex novio la torturaba. Imaginaba que la ataba con cinchas de cuero a una estructura de acero de aspecto militar, completamente desnuda. Con un spray de pimienta le rociaba el clítoris, luego le aplicaba hielo, le hacía un piercing y luego le atravesaba los pechos con agujas enormes. La sangre manaba despacito por su ombligo sudoroso hasta encontrarse con la sangre empantanada en el vello púbico. La escena culminaba cuando él bebía esas dos sangres y luego la trasladaba hasta la boca de Juanita en un extasiado beso.

27.9.11

RESTA EN PAZ

En la cena mis amigos hablan de ir de viaje, de volver al trabajo, de permanecer en movimiento, del éxito de sus emprendimientos, del fracaso ajeno, de ganar guita. Mi mano, dentro del bolsillo, escondida por el mantel, contaba las monedas para el bondi. Tienen que alcanzar para dos semanas. Hacer fila en los bancos para conseguirlas es el infierno. Por cierto, odio esperar, odio el fanatismo por la guita. Hay monstruos en mi bolsillo, franeleo mis huevos. La última vez una jubilada retorcida de bronca me soplaba en la nuca. Por suerte el curvo y sexy culo de la colegiala sin mamá a la vista me distrajo. A veces uno tiene suerte y come con los ojos y cuando menos así puede afirmar que comió.

Una cosa es segura, mis amigos no tiene razón. Aunque, por mi parte, no sé muy bien qué digo cuando hablo en voz alta. Algo habla por mí, una fatiga automática. Hemos llegado a la altura del mes de la polenta con algo, capaz que el mismo algo que abre mi boca y hace como si hablara, como si de verdad fuera yo quien cuenta sus perspectivas románticas con la morocha de Cali. Los miro a todos escucharme con atención. Francamente no los entiendo. Para mí, mi garganta está atorada con polenta y mis cuerdas vocales permanecen cautivas de esa rasposa amarillez.

En caso de decir algo, esto es lo que quisiera decir: prefiero acostarme temprano, envolverme hasta la cabeza, soñar con el océano en vez de aquélla pesadilla en la que me convierto en rana tropical camuflada entre el follaje de una selva roja, amarilla y negra. Una mujer pasa, me busca sin verme o es que me ve y le resulta imposible reconocerme. En cambio, en vez de decir eso, cuando logro hacer pasar algo por el esófago, el movimiento peristáltico inverso de la voz me hace empujar un ya está, suficiente. El trampolín del cuerpo me hace ponerme de pie, llevar el plato medio lleno, abandonarlo a su suerte en la bacha, abrir la heladera, sacar una botella de agua helada, tomarla de un solo trago con los ojos brillosos y respirar agitado con la lengua convertida en mermelada fría. El impulso por fin acaba en un colchón tirado en el piso con un par de ojos clavados en el techo inmóvil. El universo así capturado resulta fantasmal: aquél evento terrible que no deja de suceder una y otra vez. Un paso en falso, algún detalle caprichoso delatará su verdadera forma de un momento a otro. Debo estar alerta o estallaremos y será un espectáculo en donde no querré participar. Adentro de este ataúd de carne, hueso y nervios, el corazón es un caballo desbocado, indeciso entre las sienes y la arteria femoral. He vivido muchos años con el mismo corazón. No entiendo cómo no descansa.

28.8.11

LAS LLAVES DEL DÍA

foto by jan saudek

traducida en una arteria de vidrio
mi nariz
es un umbral
por la que habrá de pasar,
germinada,
la calma.



como si, ligeras de aliento,
el circuito de unas ramas dieran sombra
y sauce a los descalzos
ando en el agua que se va
mismo al pulso de islas
sin raíz.


aún tengo las llaves del día.
rueda.
va sereno
y da contra la luz.
nutre los párpados y las comisuras.
hay muchas direcciones en la piel,
aún espero abrir los ojos.

29.7.11

LOS REGALOS

el otro día me senté en la plaza 9 de julio, frente a la catedral, con la intención de armar y pintar unos libros para un evento. puse a mi lado un cartel

¡PARE, MIRE, ESCUCHE!
los canas no pagan boleto.
no se deje robar.
ande en bici.
diga no a SAETA.

unos policias de monitoreo que me habian estado mirando con las cámaras de seguridad, me preguntaron qué hacía ahí con ese mensaje. les expliqué que en los últimos días la empresa SAETA había subido el precio del boleto a $1,75. molesto, preguntó por el otro mensaje. ah. cuando andamos de civil también pagamos, dijo. no era mi problema. el sol calentaba como si fuera verano. tenía una remera sin mangas, ya estaba todo listo para empezar a pintar las tapas. otro monitor se aproximó a la charla con cara de ¿y éste? el lustra miraba desde el banquito para clientes. quisieron saber si pensaba convocar a más gente. les dije que no lo había pensado. preguntaron si planeaba repartir mi mensaje a los transeúntes. ¿por qué? te toy tratando de explicá hermano, yo toy acá pa monitoreá la seguridá de la gente.
no entendí cómo mi presencia, atribulada presencia pues me tenía angustiado la posibilidad de no terminar los libros para esa noche, podía amenazar la seguridad de tantos... turistas. puse mi mejor cara de comprendedor y les conté mi historia en breves palabras. aquella noche íbamos a presentar a nuestras amigas escritoras en el bar girondo. teníamos la presencia especial de las jujeñas. los invité. el asunto es que no había terminado ni un solo libro. le regalé un ejemplar a medio hacer pero con todas las páginas. bueno, dijo, ofuscado. le dio vueltas al librito de tapa roja. pensó que era un artefacto explosivo de izquierda. le hice un resumen del contenido. el cana me miraba como diciendo ¿algo más que declarar? ¿algo de valor? repasé mis bolsillos por si había piedras o astillas sin sacudir. estaba limpio. el sol me traía recuerdos borrosos de enero, quemado, lleno de vida, borracho y enamorado. por ultimo solicitaron mis datos. se los aporté de la manera más minuciosa y ordenada posible. cruzaron al frente, sin despedirse. otros policías con chalecos verdes fluor se les unieron. sus cabezas se escondían en el círculo y cuando el que hablaba parecía haber dicho algo importante, emergían las cabezas de los demás apuntando directamente hacia mí. cuando terminaron, la dispersión los llevó, oh, azar, al frente de mi cartel. pasaban sin mover el cuello. blanqueaban el ojo y seguían de largo. no estuvo bueno observar cómo esos yutos abjuraban de su especie. pronto desaparecieron, empezaron a confundirse con el resto de la gente. alondra, una nena que vende estampitas y rosarios, se sentó a mi lado: si te ayudo a pintar una tapa, ¿me regalás el libro?

24.6.11

NADIE TIENE LA PALABRA


(este texto es una respuesta al artículo de Idangel Betancourt sobre YA ERA aparecido en el suplemento cultural del domingo en el diario diario punto uno)

AL MARGEN

En las condiciones actuales de la literatura es poco probable que exista algo llamado el margen. Hay comunidades de escritores y lectores que de manera esporádica se confabulan para traficar libros hechos en sus casas, en muchas ocasiones sin fines de lucro y sin ánimos de competir por saber quién escribe mejor que tal o cual. Al menos eso es lo que permiten pensar las prácticas mismas: un autor llega de otra provincia, nos juntamos a leer o a charlar, intercambiamos libros, en fin, compartimos experiencias y luego cada uno sigue con lo suyo. También puede suceder que no existan publicaciones en papel y se trate de un blog al que de vez en cuando uno accede y deja (o no) un comentario: no es necesario convivir en el mismo espacio geográfico. Para este último caso no hace falta mencionar cómo se ha diluido la crítica literaria. En el fondo de la cuestión importa muy poco si alguien escribe bien o mal. El estándar estético, de todas formas, no puede interesarle a alguien que tiene a su disposición una multiplicidad de medios para dispersar sus textos. Lo que se lee es lo que circula (a mucha velocidad), de lo que circula queda muy poco, de lo poco cualquiera puede adueñarse (generalmente con un click) o dejarlo pasar (lo que sucede a menudo): hay poco tiempo para detenerse, ya está viniendo algo nuevo.

LA CARRERA DE LETRAS DE LA UNSa

Todos los autores mencionados en el artículo sobre Ya era anduvimos por la carrera de letras. Hasta ahora ninguno se ha recibido. No porque seamos malos estudiantes, aunque tampoco somos los típicos estudiantes de letras. Sin embargo no somos marginales. Recuerdo que en un encuentro en Jujuy los muchachos de la revista Intravenosa organizaron una charla en la facultad para hablar de lo mal que los trataba la crítica universitaria y nosotros disentimos: muchos de ellos eran o habían sido estudiantes de letras de la UNJu yrecibían legitimidad por parte de los docentes. En nuestro caso nunca ha surgido ese problema: la proximidad (ambiental y hasta ideológica en algunos casos) con docentes que investigan y elaboran estudios críticos sobre la literatura de Salta (Susana Rodríguez, Elisa Moyano y Raquel Guzmán) nos vuelve de cierta manera “canónicos” dentro de ese ámbito. En ningún sentido nos interesa la postura del margen porque parece equivocada: marginal es quien no tiene para pagarle a SAETA el boleto que lo llevará al centro a hacer cola durante horas y horas para cobrar un plan social (que no le alcanzará para llegar a fin de mes); marginal es Leonel Zapatero, un poeta desconocido y de enorme talento que padece una enfermedad mental que le impide participar de la vida social de manera “normal”; marginal es Luis Ferrario, quien tiene una profusa obra literaria casi en el anonimato. Ya era no es marginal, por el contrario es un movimiento de agitación cultural que elude esa palabra para sí porque sería una máscara de lo que no somos. Es más, ni siquiera somos los únicos en hacer ‘arte autogestionado’ en esta ciudad.

YA ERA

Ya era le debe todo a Chuky, la Delphine y el Cubano. Ellos, con sus viajes a cuestas, trajeron las ideas y los modos de acción a Salta. Sin su valiosa aparición no se hubieran realizado las publicaciones caseras que llevamos a cabo. Desde luego que no todo concluye en armar libros de cartón pintado. El movimiento significó en un principio la intervención crítica de sus autores en el seno de las discusiones del campo literario salteño. Pronto descubrimos que tales discusiones no existían. Otro principio fue el de disolver ciertos criterios tradicionales: la autoría como propiedad privada de la palabra; la sobrevaluación de la figura del escritor como productor exclusivo de “literatura”; el fetichismo del libro impreso; la relación ominosa entre los autores y los órganos administrativos del poder que los bendecían con las migas de su dominación; la práctica sacerdotal (en el sentido de palabra de experto, al estilo de la crítica universitaria o del escritor ‘consagrado’) como discurso de mediación entre el público y los libros.

Si bien esto puede sonar mucho a Foucault high fidelity, lo cierto es que era necesario diferenciarnos de los demás y hacer comunidad en otros espacios, bajo otras modalidades y valores: sobre todo la idea de compartir. Compartir la experiencia del libro como proceso de aprendizaje, compartir las andanzas por las calles de la ciudad, compartir las historias narradas oralmente por quienes recibían nuestros libros y compartir la posibilidad de dejar que sea el otro quien tome la palabra. Nuestra pretensión no fue alcanzar una “densidad” poética “de calidad” que permitiera a Sylvester cotejarla “con la de cualquier lugar del país”, era permitir que cualquiera que tuviera ganas de hacerlo escribiera y publicase: a) porque es barato y muy fácil (sobre todo en Salta, donde florecen los poetas); b) porque es mejor que todos puedan hablar y no solamente los que hablan bien. En este sentido buscamos la participación y no la exclusión de los ajenos al “mundo de los escritores” ni mucho menos la reclusión del escritor en nichos como la casa de la cooltura.

A OTRA COSA MARIPOSA

No quisiera concluir este pequeño artículo sin antes mencionar una última tendencia no del todo reseñada cuando se habla de la letra salteña: su evidente machismo. En el suplemento no se ha mencionado a ninguna mujer salvo a Sara San Martín y Geraldine Palavecino, como si las demás no escribieran. Por mi parte eché de menos a Fernanda Salas, quien ha publicado de manera autogestionada un libro de poemas llamado Síntesis del laberinto, en donde figuran unos versos terribles que dicen algo así como “qué difícil nacer en un mundo de penes”. Lo hago notar porque todos somos muy ‘penes’ a la hora de hablar de literatura y eso impide conectarnos con el tan mentado ‘otro’. Luego también nos haría bien leer a Belén Scigalszky, quien por ahora nos ronda desde inquietantes papeles fotocopiados entretejidos con dibujos (recuerdo uno de los bigotes de Nietzsche con piojos). Otro nombre que no quisiera dejar huir es el de Mili Carón, quien escribe en el blog fragmento-s un diccionario antietimológico que, en su entrada ‘Discurso’ propone: “discurso que interrumpe el curso, la dirección. Un discurso que co-rrompe la propia voz, la con-parte, la fragmenta, la desvía hacia un otro para discurrir. La invitación a ir hablando extraviados, en un discurso sin curso”.

En fin, responder significa abrir la boca, mostrar los dientes, sacar la lengua, emitir sonidos, invitar a continuar la palabra en otra boca. Nadie tiene la palabra.


DIBUJOS DE ALEJANDRO LUNA PARA la revista El camino de la mandrágora, sobre poemas de Fernanda Salas, Equus Pauper, 2009.



11.6.11

DE INTERPRETACIÓN

“El valor de una interpretación no se mide por el hecho de que sea literalmente fiel o no a un objeto – el texto – escurridizo, sino por el hecho de que sea o no, como lo exige justamente Barnes, ‘interesante’ y ‘fecunda’.” Pierre Aubenque, Sí y No.

La interpretación modifica el sentido, no puede evitarlo pues significa la intervención de una voz ajena al texto: quiere decir en sus propios términos aquello que el texto ya dijo por sí mismo. La interpretación se nos presenta como la prolongación repetida del texto de partida. Pero también lo euforiza provocando un exceso, una excrecencia, un tejido epitelial que aquél no poseía. Las interpretaciones son, acaso, de los conocimientos posibles sobre la literatura, los que más felices o desdichados nos hacen. También son campo fértil donde sembrar el malentendido: o lo vamos a dejar mover el mundo, en cuyo caso lucharemos por su sentido, o le vamos a dar el poder de imponerse a nuestra propia voz, en cuyo caso vamos a reproducir aquellas interpretaciones ajenas como si fueran nuestras conclusiones. De más está decir que, en rigor, no hay interpretación concluida, así como tampoco existen las interpretaciones propiamente ajenas, nuestra propia interpretación es una ajenidad: le pertenece en parte al texto “original” y en parte al otro que vendrá a reprocharme mi falta de dedicación a concluir la tarea que ahora él deberá retomar (aquello le pertenece a aquél yo que fue traspasado por la lectura). Una interpretación, dice Aubenque, es más o menos plausible según si presenta un máximo de inteligibilidad (cuanto más integre las partes de la obra en una sola dirección) y si presenta un máximo de productividad (cuanto más nos haga pensar). Es decir que una interpretación es también una invitación y una convocatoria a continuar la busca de los sentidos.

La interpretación crítica también es una intervención en los debates de una sociedad.

Finalmente: es una traducción de un original perdido a una lengua que yo mismo desconozco.

4.6.11

LA ENVOLVENTE

Un cuerpo nunca está solo, está rodeado de mundo. Un cuerpo es una relación, un umbral, una entre las diversas direcciones de la propioceptividad. Un cuerpo es un sentido del mundo, un mundo sentido. Un cuerpo es un medio de transporte: me lleva en lo que seré, le soy el compañero y a veces el intruso (son las reglas de la hospitalidad). Un cuerpo es una envoltura que mide la proximidad y la lejanía entre el mundo y los sentidos. Un cuerpo es una residencia transparente: cuando estoy desnudo soy la manifestación del otro, siempre yo soy el otro para alguien. Un cuerpo no se puede atravesar y sin embargo está hecho de aberturas. Un cuerpo es lo que podemos hacer. Un cuerpo habla antes que uno abra la boca, le precede y muestra aquello que no sabemos que el otro conoce de uno, el rostro es un ejemplo. Un cuerpo es una morada, una invitación: de buen grado te doy la bienvenida entre los sentidos que me envuelven.




29.5.11

EN EL OCASO DE LA LETRA: ¿ESCRITURA REGIONAL?

NOTAS PARA OTRO TIEMPO

Comentario recibido ayer : “Hola: muy polémico, como siempre. Creo que con este tema de los agravios se trasladó al stand de la feria de bs as una réplica chiquita del ambiente literario salteño: el que es y no es, el que quiere ser, el que tiene obra y no le dan bola, el que tiene respaldo político y se cree impune.
Coincido con vos en un punto importante: ¿porque si hay tantos escritores nadie se ocupa de ellos?
En Salta, tanto desde el poder político como desde sectores académicos, hay una cierta subestimación hacia el escritor salteño. Es difícil para el escritor salteño publicar y difundir la obra, es difícil ser escritor en estos tiempos, es más difícil ser salteño.
Por otro lado creo que sería un debate interesante preguntar qué es un escritor o quien es un escritor: el que publicó más que los otros, el que viajo a mas ferias de libros o el que demuestra calidad en su obra.
Lo que sí he notado es que Cáseres no solo escribe mal, sino que además padece de un resentimiento sin cura, pero graciosamente consigue dinero para la publicación de sus libros por parte del estado.
De Ahuerma puedo decir que leí algunos libros suyos y me parecieron buenos y que se paga sus libros de su propio bolsillo.
De A.M. solo sé que gano un par de premios provinciales y que tiene bastante producción. [N.de J.P.: se puede leer en línea La guerra de los descalzos. El hecho de publicar en este soporte nos habla, a primera vista, de diferencias notables respecto de otros escritores de su edad y de ésta provincia].
Lo que podría hacer Cáseres es dejarse de joder y "permitir" a los demás escribir lo que quieran, tal cual lo hace él.
Manuel”

Ahora : un posible camino - plagado de desvíos- para una conversación infinita:

La hipótesis de la subestimación no la comparto del todo, creo que hay cierta actitud entre quienes se autodenominan escritores que fuerza un aislamiento real respecto de los medios de comunicación ( como la radio o los periódicos de tirada importante, amén de que el suplemento “cultural” del Tribuno excluye explícitamente la literatura local y le da en cambio mucho espacio a los espectáculos) y de medios no convencionales de difusión como internet. Pregunto: ¿qué tienen para decir los escritores salteños? Pero por otro lado me resulta inaceptable que nadie comente el libro nuevo de tal o rescate un libro del olvido, esos gestos muestran decisiones estéticas o políticas que no existen acá. Sospecho que los escritores salteños no suelen leerse entre ellos y eso anula el poder transformador de la literatura (un caso que me parece excepcional es el de Alejandro Morandini, quien ha publicado una nota sobre Mercedes Saravia y sobre todo ha difundido Notas del carnicero, que dice mucho sobre la escritura "local" -¿?- actual, y desde luego Daniel Medina, quien ha reflexionado despiadamente acerca de la "salteñidad" que nos aqueja). Así es fácil ser escritor, pero muy difícil pensar en los posibles sentidos que eso encarna, como por ejemplo si uno en Salta puede vislumbrar una escritura que no comulgue con el poder (pensemos el caso de Luis Andolfi, artillero de la derecha, por ejemplo). En esta dirección me parece que no hacen mucho por activar las potencialidades revoltosas de la letra y en cambio los fascina un fetichismo del libro impreso. Luego, hay otro sentido en el verbo ‘ocupar’ que hemos dejado pasar de largo pero que me han hecho notar muy certeramente hace unos días: la del cuidado, me refiero a los cuerpos de los escritores vivos y su dignidad, pienso en Carlos Hugo Aparicio y Jacobo Regen, por ejemplo, y hay sí estoy de acuerdo en que no se los considera demasiado ni desde el poder político ni desde la comunidad de escritores del medio. Tampoco elegiría hacer caridad ni asistencialismo pero tampoco el papelón que hizo Romina Chávez Díaz hace unos años cuando se puso en el papel de señalar con el dedo el "abandono" de Jacobo en el hospital San Bernardo y escribió una crónica sin rigor disfrazada de periodismo cultural (casi anunciaba la muerte del poeta con un morbo escandaloso). En fin, volviendo a lo anterior, lo que digo es que la nuestra es una época muy distinta a la de hace 20 o 30 años, ya no te descubren las editoriales sino que vos tenés que llevar tu obra como se lleva la ropa. Acá nomás cerca, en Jujuy, unos amigos me decían que la de Salta parecía una literatura fuera de época y en consecuencia ilegible y por lo demás aislada del resto del país, como si sus "escritores" ignoraran lo que sucede en otras provincias, como Córdoba, en donde los narradores y las narradoras han desplegado un movimiento heterogéneo muchas veces por fuera de las editoriales establecidas, con emprendimientos propios y eventos feriales como Libros son, ni qué decir de baires, donde la F.L.I.A. moviliza muchas de las producciones independientes. Como sea, persiste la sospecha, que habría que confirmar o poner en discusión, de que muchos están guiados por un sentido anacrónico de la literatura. Simondon, Virno, Ludmer, muchos críticos y filósofos, consideran que asistimos a la emergencia de una sociedad posliteraria, en donde ese tipo de discursos, tal y como eran concebidos en la modernidad, resultan obsoletos. ¿Cuál, entonces, es el análisis de nuestra literatura que podemos realizar a partir de estas ideas? Luego, ¿podemos llamar "nuestra" a esta "literatura"? En la polémica entre Ahuerma y Cáseres (Antes de proseguir, los de Salta 21 ¿no podían elegir una foto más favorable de Ahuerma?) resulta evidente que Cáseres adscribe a una práctica poco fértil por los métodos con que la lleva adelante: el anacronismo ostensible. Sin embargo el anacronismo, en otras circunstancias, ha permitido el desarrollo del proyecto literario de Borges, por ejemplo. Ahora bien, creo que por las siguientes cuestiones vale decir que es difícil ser escritor en Salta: el anacronismo ‘negativo’ –o negador, no encuentro ahora un término más apropiado, pero ahí es donde vienen ustedes a hablar-, la falta de vínculos con medios de comunicación –cuando menos un blog-, el ejercicio de una práctica situada y aislada de otras prácticas sociales, la ausencia pública de una reflexión meta literaria por parte de los propios escritores, la falta de tensiones-debates y disidencias explícitas al interior de la comunidad de escritores y la cortedad de vista respecto de procesos sociales e históricos globales que afectan a la práctica literaria misma y que nos atraviesan en nuestra vida cotidiana. En cambio no resulta plausible el argumento de la falta de dinero para pagarse una imprenta: yo he leído hojas fotocopiadas de manuscritos -hechos a mano, ¿se entiende?- (como YA ERA) o con impresoras caseras (como los libros de Equus Pauper) o que circulan por mensajes de texto (como sms entropia) y ello no les resta ni les aumenta valor estético pero sí transforma la práctica y la reflexión sobre ella. Tampoco es un buen argumento afirmar que las profesoras de letras no los lean: sí lo hacen, pero en el marco de discusiones teóricas y prácticas retóricas que no contemplan a un lector “común”, es decir que no podrían publicarse como una reseña ni les servirían para circular en el mercado, a lo sumo para continuar siendo leídos de manera especializada en congresos, lo cual no implica mala leche sino que así son las condiciones del discurso académico. Hoy en día creo que el escritor lleva adosadas tareas extras que prolongan el sustantivo: editor-distribuidor-crítico-"gestor cultural". Otra posibilidad es quedarse en casa, desde luego, porque nadie nos obliga a salir ni a escribir ni a publicar ni a tener la pretensión de llegar a alguien, lo cual también me parece saludable, no todos somos Shakespeare o Quevedo (como diría Juárez Aldazábal con mucha razón). Ahora, si vamos a salir de la casa y a arrogarnos el derecho de la palabra (lo que significa confiscar un derecho que los demás ciudadanos también tienen -lo que llamo fetichización de la palabra del escritor) entonces pensémoslo bien antes y seamos responsables, parte de esa responsabilidad pasa por disputar los sentidos políticos puestos en juego a la hora de ejercer "eso" que nos empeñamos en llamar literatura. No vamos a ponernos de acuerdo, para sortear la trampa del consenso, sino que vamos a luchar por el sentido del desacuerdo y el malentendido que generan las palabras a fin de poder vislumbrar nuevas y diversas posibilidades para aquello que todavía no existe para nosotros pero que siempre está por venir. Escritores, escriban, respondan, pidan la palabra para dársela al primero que pase, entréguenlas porque no nos pertenece. Lo único, lo primero, lo último que tenemos es un cuerpo falible con el que a veces nos llevamos bien y a veces mal pero que no sabe estarse en silencio y sin embargo no es el escritor quien necesita de esas palabras, alguien anda por ahí, a cuestas con su propia carne, y necesita una morada que alivie sus trabajos. Empecemos de nuevo, por la negatividad: un escritor no es un ciudadano con privilegios especiales, nada lo distingue a simple vista del resto salvo que a veces se hace el tonto y mira para otro lado. Es en lo que creo.

26.5.11

EN NOMBRE DE QUIÉN: EL REPRESENTANTE POLÉMICO

Portar la voz, la voz del otro, llevarla adherida al cuero lo mismo que la ropa, usarla como medio de transporte (para llegar a la Feria del Libro por ejemplo), hablar en cuenta de otro, como si el otro no tuviera voz, como si la voz del otro no tuviera nada que añadir, como si el otro estuviera afuera precisamente de esa voz que habla por él sin incluirlo.

Ignoro qué representa exactamente la USDE. Una cosa es segura: Cáseres tampoco representa a nadie. Me parece que ninguno de los dos polos opuestos se detiene a considerar que no se trata de una discusión literaria sino de una confrontación de egos sobrevaluados. Alias cara de caballo y La república cooperativa del Tucumán son dos novelas formidables de nuestras letras. Luego, ¿eso convierte a su autor en alguien impune? Lo dudo. Nadie está a salvo de recibir los dardos de un “cualquiera”. ¿Cáseres es un autor de prestigio? De ninguna manera. No porque sea portavoz del gobierno, sino porque su obra como historiador y, mucho más su obra poética, difícilmente pueda ser leída sin sentir cierta incomodidad. Pertenecen a un inexperto. Si algo puede decirse a su favor es que se trata de un sujeto que persiste a pesar del error. Sin embargo el problema afecta otros ámbitos y ahí sí que la situación se convierte en algo público: resulta que Cáseres interviene en representación de la cultura de una región, en nombre de sus escritores y, es probable, avalado por el gobierno de turno, para reprender y descalificar a quienes considera sus inferiores. No perdamos de vista que siempre se trata de la letra oficial (de nuevo, el día de Salta en la Feria del Libro dice representar a la cultura de una región, claro, desde el punto de vista del poder).

Veamos: ¿qué hacen Agüero Molina y Cáseres en un mismo panel? Utilizan la voz prestada por el Estado provincial para asumirse como signos de la cultura de Salta. ¿Cuál es el problema? Uno presenta su libro. El otro se presenta a sí mismo como lo mejor de la literatura. Quienes entienden el agravio se abroquelan en la USDE, siglas que se traducen como la Unión Salteña de Escritores. Los escritores unidos combaten al piantado. En ningún momento nadie se pregunta a quiénes representan los unidos pero es bueno estar unidos contra el intruso. El intruso, por su lado, cuenta con una trayectoria discutible dentro de las letras, cuestión que pone en duda la solidez de sus dichos contra Ahuerma, de grosso currículum. ¿Qué hacen los unidos? Repudian enérgicamente tal actitud malintencionada y remiten un comunicado a sus afiliados y a un medio de circulación virtual. ¿Cómo termina todo? En un entredicho que concluye sin mayores polémicas: algunos lectores de Salta 21 hacen comentarios que van del sarcasmo al resentimiento propio de un letrado. Conclusión: nadie tiene intenciones de continuar ningún debate. Por ejemplo: ¿por qué si en Salta hay tantos escritores, tantos libros publicados, nadie se ocupa de ellos?, luego, ¿cómo se define a un escritor, por su trayectoria, por su afiliación a algún grupo, por el reconocimiento de sus pares (muchos de ellos compañeros de filiación), por la calidad de su obra, por la calidad de sus juicios de valor, por su participación política en uno u otro sector? Si Cáseres está sentado un día frente a un micrófono en un evento de la “trascendencia” de la Feria del Libro, ¿esto no significa que alguien por lo menos está en desacuerdo con quienes sostienen que él no pertenece a la manada de los escritores de Salta? Por otro lado, ¿no es cierto que el día de Salta en la Feria suele ser un evento social que sirve de excusa para reunir a los salteños residentes en Buenos Aires (lo cual no está mal, pues muchos de ellos trabajan para la Cultura, vale decir que usan traje y corbata, son pulcros ciudadanos comedores de empanadas y bebedores de vino)? ¿Y acaso no es cierto que este evento está organizado por Cultura de la Provincia, que curiosamente depende de Turismo? Quizá la cuestión atraviesa la lucha de egos (que replica los encontronazos que a diario difunde el Bailando) y las deudas políticas para refrendar una moda que nunca pasa en nuestro campo cultural: escritor es quien asiste a eventos sociales como presentaciones y ferias, en primer lugar; escritor es quien presenta libros en estos eventos, en segundo lugar; escritor es quien se afilia a organizaciones de escritores, lo cual le reditúa beneficios como viajes a presentaciones y ferias, en tercer lugar.

Me ha tocado asistir en un par de ocasiones al día de Salta, en una se veneraba la figura de Dávalos y se leía el Tata Sarapura, ¿y para cuándo unas palabras para Sara San Martín o cómo olvidarse de Antonio Nella Castro o de Holver Martínez Borelli? No, no creo que sea el lugar apropiado para un papelón como el de Cáseres, ciertamente, sin embargo tampoco me parece que sea un lugar en donde se lucha por la cultura de nuestra tierra, como alguien dijo. Creo que los peores críticos de la literatura de Salta, en la actualidad, son los propios autodenominados escritores. Se ha mencionado mucho a Walter Adet, acaso con él ha desaparecido la figura de intelectual capaz de sopesar la escritura de los demás, de poner a circular el pensamiento sobre nuestras letras en los medios de comunicación y sin hablar de cuán feos de espíritu son los “creadores”. Realmente se echan en falta las certezas de un escritor capaz de hablar de la escritura de otro, tanto si está piantado como si está juntado con otros. Así no hay derecho al pataleo.




18.5.11

LA LENGUA

Mi preocupación primordial pasaba por descubrir cómo el malentendido hacía mover al mundo. Si yo tuviera que escribir sobre él, no sabría con cuáles palabras comenzar. Decidí que uno podía hablar en una lengua que desconocía pero en sus propios términos, de cualquier modo siempre uno anda persiguiendo el “en” de la lengua, de mi lengua. Lo mejor, pues, sería dedicarse libremente a la literatura, con la libertad de quien ha hecho de los libros una patria. Leer significa como vos lees en cualquier lugar del mundo, significa que la diferencia existe y lo hace bajo la forma del poder. Unos dominan a otros: producen y distribuyen sentidos en la población, lo que debés ser el día de hoy: correcto, incorrecto, bueno, malo, gordo, flaco, zurdo, fascista, morocho, Macri. Nadie se pondrá de acuerdo nunca, necesitamos luchar por el sentido de ese desacuerdo. Algo debía suceder: el tiempo pedía buscarse.

En mi caso sabía a quién quería buscar o, mejor dicho, a quien estaba por encontrar. Había que armar una lengua plebeya con lo que hubiera quedado después de las reformas, refacciones, curaciones, silencios, intensidades y desvíos. Había que crearla deseosa, absolutamente. Y móvil, casi mendicante, en plena faena indegentista: aquí, en la falta, en la resta, cabe tu lengua, lo que me quieras dejar de ella. El encuentro y la donación: hospitalidad babélica. Llamaba a todo esto interpretación aberrante. Es decir cómo íbamos a hablar del sentido, qué de él íbamos a sentir y, luego, si hablar abría el vínculo hacia algún tipo de libertad. No íbamos a hablar más que nuestra lengua. No íbamos a hablar siquiera una sola lengua, salvo la nuestra. Iríamos a hablar (¿adónde?, ¿para quién?) en nuestra lengua, montados en ella, en nombre de una lengua, la nuestra, nuestra única lengua, como si nos perteneciera. Hablaríamos de la lengua del otro, como si fuera nuestra lengua, siendo que nuestra significa de cada uno, de cada otro.

18.4.11

EL INFIERNO MÁGICO BAILABLE

En la lluvia, la fallida luz, el chorro disperso de todo lo acuoso en más que ojos, pienso en vos. Imagino que llueve en todo el mundo porque aquí no ha parado de llover en lo que vamos del mes Aunque a veces creo que hay una nube pequeña encima de mi cabeza. Me sigue adonde voy. Jamás toma recreo. Ni siquiera descansa para rellenar sus vertederos. Llueve y aquí abajo el mundo es un país cercado. Una sensación de estado de sitio brinda palos a la caminata. Supe perderme en aguas como estas pero hoy que pienso en vos podríamos darle refugio a nuestras carnes masticadas por las horas. Ahí vas por la vereda de tu ciudad, a cuántos caminos de aquí, en busca de qué rostros parecidos. En plena esperanza, pienso en vos. Hace mucho que no te escribo y hoy lo hago movido por una casualidad: te vi cruzar por la vereda de enfrente. Yo estaba en un bar cerca del centro y cruzaste por la ventana. Llovía, claro, pero no parecía llegarte el agua, casi diría que levitabas sobre la costra de esta ciudad, como si de pronto se hubiese abierto un túnel transparente y pudiera verte caminar en dos ciudades al mismo tiempo: allá, donde acaso no llueve como aquí y el sol abre su cresta y el azul es macizo e invade y nutre los intersticios que van dejando los cuerpos en su andar sin reposo; aquí, donde de vez en cuando las nubes se mueven, dan paso a un girasol marchito y tan pronto como uno abre los brazos y exhala tanta humedad, llega la noche. La noche llega preñada de refugios insalubres, intemperie, fatiga, borracheras a contramano de las oficinas. Hay una tensión de perros basureros de la que se sale a mordiscones. La llegada de la noche es todo un espectáculo sin desperdicios: las luces de los autos estiran nuestras retinas transpiradas, los bondis cargan los últimos bultos, los crotos duermen, las gotas invaden los zapatos de las más precavidas almas que así, agotadas, se rinden a un porvenir oscuro. En la noche no hay burocracias para el amor. Cuando llega, la música comienza y nuestros oídos retuercen su caracol en el afán de capturar un silbido, el maullar de un gato, sirenas, rugido de barcos encallados, vasos contra rocas, latidos en persecución, trenes todavía, la piel cuando se vuelve yema. No escapamos de la noche. Cuando llega, ya estamos en su corazón y avanzamos bailando, como decir: nos arrastra un pescador trasnochado con anzuelos fluorescentes.

11.4.11

OTRO OLOR

Entonces, en medio del colectivo, me mira y me dice que no sabe si no se quiere parecer al otro porque es oloroso o si es oloroso porque es otro.

ILUMINACIÓN

De pronto ha entrado el sol, al mismo tiempo un chispazo rojo, rojísimo, ha penetrado mi cerebro, agujereándolo. Creo haber capturado algo, me parece que lo tengo, quizás no necesito nada más, aunque ya no me sirva.

31.3.11

MOROCHA LUZ


No todo lo que viene acaba por llegar. No todo lo que viene a nosotros es para nosotros. No toda llegada significa la clausura de una espera. Ha pasado de largo, ha pasado y se ha ido, me ha visitado, tan solo un momento, luego se ha perdido el instante en que debíamos encontrarnos y ya no es posible volver a provocarlo. Así viajamos llenos por dentro de preguntas y sin saber si esta noche dormiremos, si dormiremos alguna noche, podríamos dormir esta noche, vos y yo, los dos, en la misma cama, debajo de las mismas sábanas, encarnizarnos en soñar lo mismo, oírnos respirar, mirarnos abrir los ojos al amanecer, abrir la ventana, dejar pasar un rato más, devolver las llaves, continuar en dirección a las preguntas de cada uno, seguirnos mirando, cruzarnos por las calles, te miro desde aquí, es muy tarde, nos acaban de sacar del boliche, pronto la cana echará a los pocos que vamos quedando, ¿haciendo qué?, sentados, tirados, tomando las últimas gotas antes de palmar, sacando la lengua para sentir el aire frío de la madrugada, para saber cuál es la dirección del viento que más nos conviene, la manada sin embargo se dispersará, iremos perdiendo miembros, ganando otros, muriendo en las esquinas, convencidos de que seguimos siendo los mismos en número e identidad, y yo te miro desde aquí, a tu lado, te miro rodeada de cuerpos sudorosos, recién sacados, como yo, carne de pared, te miro yéndote por ahí, no sé bien dónde es ahí, te miro y solo pienso que podríamos dormir juntos esta noche.
enero – tilcara – 2011

28.3.11

LOS INSECTOS

Desperté. No había mensajes nuevos en el teléfono. Calculé que no había pasado gran cosa. La noche previa había ido a ver unas bandas tocar. Se trataba de un recital gratuito al aire libre. La municipalidad había cortado una calle y en las inmediaciones podían verse hileras de policías atentos a cualquier movimiento anómalo. No me divertí mucho. Una mujer gorda me empujaba todo el tiempo desde atrás. Su novio, un tipo alto y de brazos largos, la rodeaba a la altura del busto. Intentaban bailar pero la muchedumbre estaba muy apretada. Sus pezones no dejaban de apoyarse en mi espalda. A cada rato gritaba que la gente debería moverse más adelante. Me di vuelta a mirarla, tomé un trago profundo de whisky y le sonreí con la cara desaforada. Fingí que no la escuchaba. Entonces dijo que le metería un dedo en el culo a la gente para que se moviera. Me irritó la idiotez de una persona que va a un evento multitudinario y en vez de quejarse del sonido o de lo mal que tocan algunas bandas hace aspamento sobre el espacio que cada cuerpo ocupa. La imaginé en medio de un pogo, orteada, sobada hasta el fondo de sus tetas enormes, escupida en el ojo, empujada, rebotando en el suelo, pisoteada por todos los rolingas que, en el delirio de la marihuana, la birra y el aleteo de pollo, verían en ella un gran colchón de grasa donde zambullirse. Quizá alguno imaginaría estar sumergido en la espuma del video It´s only rock and roll y se arrojaría de cabeza. Por suerte nadie era lo suficientemente Jagger, más bien eran cientos de charlies watts en pleno éxtasis de pollo. Armé un porro y le di un par de tragos más al whisky. Caminé un poco en dirección contraria a la gorda y me quedé quieto detrás de unos adolescentes saltarines. De vez en cuando querían treparse a un árbol y me pedían una que otra seca a cambio de birra. Les mostraba mi petaca de whisky, una sonrisa y les arrojaba el humo para que se dieran vuelta. En un momento volví a escuchar la voz de la gorda detrás, justo detrás de mí, casi adentro de mi cerebro taladrado. Llevaba el pedo por buen camino hasta que la oí decir que escupiría en la cabeza de los putos que no se movían y me empujó. Me di vuelta, le dije al novio cuidado que con esa topadora podés aplastar mucha gente. Se rió y la gorda lo miró con odio, se zafó de sus brazos y me empujó de nuevo. Lo miré al novio para ver qué hacer. Pará, ya está, le dijo mientras la atraía hacia su lado. Ella volvió a zafarse de un tirón y se me vino al humo. Me dio una piña en la boca. Sentí el gusto de la sangre. Tuve todavía un segundo para pensar si debía o no debía. Erró una patada en las bolas. Sí debía, qué mierda. Le di la petaca a una minita que observaba y comencé a empujar a la gorda. Los demás hicieron un círculo. Algunos aplaudían o se cagaban de la risa. La gorda me agarró del cuello y me hizo caer. El novio me tiró una patada pero sus topper con puntera no hacían mucho daño. Me puse de pie. Le tiré un derechazo a la gorda en el ojo. No se movió. Es más, fue como si no le hubiese hecho nada. Entonces se largó a llorar y empezó a llamar a la policía. El novio la abrazaba. Me di la vuelta, recuperé mi petaca, cambié mi campera con un amigo unos metros más allá y me metí de cabeza en el pogo. Seguí fumando y tomando todo lo que me pasaban. Al amanecer estaba tirado en la plaza de la Legislatura, debajo de un árbol, al lado de una mina que no conocía. La desperté. Más que nada por la curiosidad de saber si andaba conmigo. Le dije que ya me iba a mi casa. Sin levantarse, estiró los brazos y me rodeó por el cuello, con los ojos entrecerrados, me dio un beso sin lengua, tierno, con olor a vino. Seguíamos borrachos. Volví a recostarme a su lado, en cucharita. Más tarde, cuando la sombra ya se había movido, desperté de nuevo. Estaba solo, me faltaba la campera, corría un poco de viento, aún tenía plata. Caminé hasta el centro. Entré a un bar, al baño. Estuve una hora, creo que me desmayé o estaba muy concentrado. Me despertó el golpe del mozo en la puerta. Salí. Ocupé una mesa cerca de la ventana. Pedí una sprite de litro y papas fritas con ají, mucho ají. Bebí la gaseosa de un trago. En cambio apenas pude pasar unas cuantas papas. En la televisión hablaban de las últimas novedades de un reality show. Yo era el único cliente. Pagué, agradecí, volví a la calle, tomé un bondi a casa. Apenas entré me derrumbé en la cama. Del colchón salían infinidad de hormigas. En el techo volaban avispas negras. En la ventana había una tarántula amarilla que se divertía atrapando insectos.

23.3.11

DECISIONES APRESURADAS

algunas decisiones se toman para no tener que comprenderlas. 
yo contra el mundo. contra la pared. al filo de la mucha tosca noche. 
yo a lo lejos, el obturador me difumina. 
igual las horas. 
los perdidos cascos de un caballo prendido fuego. 
las venas. las raíces. un puente. vos. 
un paso más allá. 
a veces mi casa. 
un volcán en mi cerebro. 
llegaré desnudo al amanecer y vos.  
algo se ha caído del planeta.    

28.2.11

AMANDANTES


“Andariegos en esa íntima luz que se confunde con la del cielo enardecido. 
Ambos fuimos el ritmo de un diálogo inaudible, oculto a nadie que no sea los dos”.   
Walter Adet

“ser positivo es ser sabio”
HORÓSCOPO BAZOOKA
           
*
en la sombra
besame .

besame
en la sombra.

no dejes sombra sin besar.

*
hermanita,
ya estamos en el pozo,
el más de todos nos compaña.

insecto incestuoso lenguadentro,
el cuore sabe anidar
en la mañana de tu dulce.

creyéndome el mejor de la manada
morí perro en lavenida,
roto me dejaron,
sapo me dejaron
y sigo en pie te sigo
ahora que bailás
al tope de la testa de los dioses.
iluminada tu alma al palo,
mucho por venir en esta vía,
llegadora planta,
salvos, solariegos, amandantes.  

            *
a 300.000 km p/s
habría que tomar el desastre con la boca,
luego, masticado,
encender un día pedregozo.

alterá el cuarzo hasta una esponja.

las plantas desconocen
las rodillas.

*
(basado en un amanecer reciente en tilcareta)

otro fiero día en la del manyín,
excedido en hígado
¿a ver qué tal está?
y darle vacaciones al asco.

cara de feliz nomeimportañaca,
intempérico,
rotundo,
cada vez cadáver, carne,
¿a ver qué tal está?
parece que aun respira,
si tiembla es por la demolición.

maloliente,
¿voy a ir al cielo?
no con esta cara.
y de un tiro sacársela,
volarse el alma contra una pared
bañada en meo.

los pies que sin tocar el suelo
se hunden en los cuerpos
y los bañan por dentro.

afuera sabe llover quedo,
sabe enseñarnos el humo
a mirar en las miradas
y será la última vez de muchas.

el culiado dios no puede nada contra los antojos.

*
al final de los domingos
vienen días longilíneos,
duros, blancos,
laten dentro de las fosas,
y sin dejar ni un punto
voy precioso y mucho en lo continuo,
sin escalas,
el soma en sí es un jardín abierto,
y en la cama paragüita
un ir sinuoso hacia la ella
en incisivo lobo.


21.2.11

PERSECUTA



Estoy en una ruta en medio de unos bosques. Acaba de caer una lluvia abundante. Estoy a pie porque se me averió el auto. Al menos no imagino otra explicación. Sin embargo no entiendo la imprudencia de vagar por un sitio a todas luces deshabitado. Hubiese convenido aguardar en el coche. Sé que han pasado horas, por lo menos un par. Aunque no siento sed ni hambre y extrañamente mis pies no acusan el cansancio de la caminata. Sé que no puedo volver, con todo. Es como si acabara de despertar y estuviera caminando en esta dirección. Por lo tanto ignoro si estoy regresando o acabo de salir. Unos kilómetros al sur se observan cerros muy verdes, cubiertos por una niebla tropical, acaso una tormenta. Busco algún escondite con la mirada, por si fuera a suceder. No vislumbro chances de éxito y no me detengo. El asfalto está caliente y despide vapor. Si bien no me duele nada, a veces se me cruza por la mente la idea de haber tenido un accidente. Con lo cual esta caminata significa que voy en busca de ayuda. La sola sospecha me llena de un sentimiento de urgencia. Aunque si yo no estoy herido, por qué habría de entregarme a  semejante estado. A lo mejor no estaba solo en el auto. No logro recordarlo. De nada serviría, estoy demasiado lejos de cualquier lugar. Si me interno en la espesura me perdería, aunque no debería descartar la existencia de quintas o casas de campo o pueblos aislados, ocultos detrás de los árboles, tal vez a unos pocos cientos de metros de la zona. Me embarga la sensación de estar perdiendo el tiempo, si es cierto que estoy buscando ayuda con urgencia. Igualmente hay muchos sonidos, pájaros sobre todo, caranchos y gorriones, algunos loros, algo parecido a una chicharra, el crujido de las ramas verdes acabadas de mojar, el eco de los truenos en los cerros, unos ruidos semejantes a un arroyo poco caudaloso, una acequia, quién sabe. Decido internarme en el terreno en busca de rastros humanos, la acequia por empezar. Podrían conducirme a vacas, plantaciones, perros y finalmente personas con movilidad, dispuestas a ayudarme, si es que necesito ayuda o ayudar a alguien más, tema que deberé resolver más tarde, no en este momento. Ahora mis pasos se duplican bajo los árboles. Doy un paso, algo hace el mismo ruido a mis espaldas, a cinco metros frente de mí algo ha hecho desprenderse la corteza de un eucaliptus añoso, tres pasos a mi derecha algo mueve una rama de churqui y ésta me da un chicotazo en la cara que me la deja toda rayada y caliente, a mi izquierda algo desaparece a toda prisa. Alrededor acecha algo, una sola cosa, todo el tiempo, sin llegar a hacerse presente por completo. Pasan un par de horas, la tormenta no ha sucedido, está por anochecer. Debo regresar. Equivoco el camino un par de veces. En realidad no puedo saberlo pero lo sé: estoy perdido. No debo detenerme. Los ruidos han ido creciendo, las ramas han encerrado el aire, parecen chozas. De vez en cuando aparece una estrella. Enseguida la cubre una nube negra. Llovizna. Corre viento, cada vez más fuerte. Tapa al resto de los ruidos. Muy por debajo pareciera haber música. Se larga la tormenta. Es un agua helada. El techo de las chozas no alcanza para espantar la lluvia. Comienzo a correr. Miro hacia atrás casi todo el tiempo. La música comienza a ganar claridad. Parecen violines, acordeones, alguna percusión, aplausos. Me cuesta respirar. La ropa pesa toneladas. Apoyo mi espalda contra un tronco. Recobro el aliento. Espero. El asedio continúa, en cada sitio. Estoy solo, ahora lo entiendo. Estoy huyendo de la música, también lo acabo de entender. Pero lo hago en la dirección equivocada. Cualquiera es la dirección equivocada, eso también he descubierto. Retomo la carrera a toda velocidad. Atrás se oye la música con total estruendo, adentro casi de mis oídos. Adelante se ve un claro, una zona despejada. Corro con más fuerza. Cuando llego veo que se trata de un pastizal mediocre. De mi nariz, de mi boca, de mi espalda sale vapor. Dos caballos con las crines en llamas lo atraviesan. Hay un auto estacionado, a oscuras, con la música a todo volumen.

9.2.11

AMPARO


*

elijo vida

boca vos

mi boca

lumbre

honda ola

país

bajo

tu piel

***
contramano


al sol

que al fin

el este

boca en vos

me sacás

la cara

tarda

en arrancar

arranca

la tarde

naranja

verde

un poco

azul

ahora

he venido

nido

en las entrañas

a

fiebrarte.


Aquí hay lugar para otra boca. Me trajo el oscuro amparo de tu axila. Los vivos tomarán bajo su huella nuestro andar. Andemos. Tu boca nada en aire abierto. Mi boca solo habla tu lengua. Mojado, lúcido, estoy hecho de hambre, de recién llegado. Abrí los ojos al filo. Mi color salivará tu sangre, dará espejo a la cresta del monte. En el porfiado venir vendrá la tierra hecha carne a perder, apresuremos el país, la caravana resta bajo las estrellas, sin mar a la vista, apresuremos el país.

5.2.11

MOVIMIENTO

perdí amigos en facebook (pero qué más da), un pen drive lleno de poemas en un balcón (si lo encuentran me lo devuelven, por favor), un calzoncillo en una terminal (no pregunten cómo), un encendedor en un río (me quedaba la tuca final). la última inundación me arrastró por un canal lleno de mierda por más de 250 metros, mi celular quedó arruinado. conocí a la mujer de mis sueños y se fue, no se la llevó el agua, se fue antes, mucho antes. perdí plata pero la plata no cuenta y al final de una tarde nefasta me encontré un vino italiano tirado a un costado de la vía, Lambrusco dell´Emilia, eso dice la etiqueta. quiero decir que me importa tres carajos la literatura, solo cuenta esa música tierna y opa, cursi, otaria y como de cigarras, que no se sabe estar metida en los oídos y se sale por la garganta cuando pedaleamos. y pedaleo contra todo pronóstico: que si se pincha la rueda, que si me choca un bondi, que si me duermo en la ruta, que si esta noche caerá el diluvio final, lapocalipsis, que si los perros y los travas y las ratas y las sombras y los chorros y las bocas de tormenta siempre abiertas. pedalear, pedalear aunque la cuesta venga con fiebre. no me importa el viento si la noche está hecha para mí, a medida de mis pulmones, no pienso quedarme quieto, una vez entrado en ritmo no puedo parar, no puedo parar, no pienso parar, y se me rompe el pecho y no quiero dejar de pedalear, tengo pensado cruzar el atlántico y servirme a mi antojo de todo lo bueno y de todo lo malo, soy tan largo como una vida. este impulso volador despedazará mi carne, es cierto. no lo temo. temo la quietud, el día de nunca acabar y ¿a quién le disgusta acabar? no sé dónde andas, si te conozco, si alguna vez dormiste bajo mi cielo, sé que movés mis pies, que mi aliento no se pierde en el vacío.

17.1.11

TIEMPO DE VENIR




"debe haber un abismo donde tu mano sea la mía"


(ENTEPOLA: Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano, Jujuy, 7 al 12 de enero)

0. Los caminos que uno hace conducen a la perdición y al encuentro. A una hora del día no podemos dejar de recordar la mano que nos acaba de soltar. A otra hora ya estamos agarrando una nueva, extraña, suave, oscura, plegando el tacto para disipar la sensación del fantasma. Aquí es cualquier lugar donde se abre el deseo, nunca hemos dejado de pertenecer a este lugar. Estancia desmesurada. Hemos hablado mucho, muchas veces de la demora. Hemos entregado y restregado nuestras pieles con tal de no dejar morir el encuentro. Luego, seguimos la marcha. Las horas son de un tiempo de venir. Vengan todos.

1. Llegamos un domingo. En realidad ellos ya estaban. Llegué solo el domingo por la tarde. Es que estaba de un humor sombrío, digo que fui dos, uno al llegar y otro al irme. Comían asado. Comí con ellos. Bebimos. Bailamos. Hicimos el ridículo. Nos empezamos a querer un poco más, como desde antes. O no empezamos, retomamos algo que ya nos había sucedido a cada uno por separado. Ahora lo compartíamos, nos reconocíamos en esas errancias. A cada frase de los otros, nos tocaba pensar si acaso nos habríamos cruzado en el pasado, sin saberlo. Luego estamos alterados, otros, sumidos en el deseo de volver. Extraños, nos extrañamos.

2. Dormíamos en la escuela Germán Abdala, de la organización social Tupac Amaru.

3. “La Milagro nos ha devuelto la dignidad”, el Pablo, alias Yusca, encargado de la cocina por las madrugadas.

4. Algunas veces íbamos a ver obras de teatro.

5. La cuestión del teatro popular: para gente pobre, masivo, gratuito, político, militante, entretenido, educativo, identificador, generador de comunidad, ¿qué?

6. ¡Feria de libros independientes!

7. Nos tratamos como si perteneciéramos a una secta. Aún no tiene nombre.

8. El borde, el desborde, el ir y venir, el no estar del todo en ningún lado, el entre estar, abierto, permeable, colorido, diferente, con mucho movimiento.

9. “Salta es Argentina, sí, pero Jujuy es Latinoamérica”.

10. En la ociosa muerte de unos caracoles, en el ancho cataclismo de una pompa de jabón, en la minucia alterada por la leche de los bigotes de un gato, en la espermosa noche sin luna, en la acicalada pestaña de la visitante, en los pies retirados y en remojo, en las alternantes vocales del precipicio, en las orilleras frutas de los trashumantes, en la elegida mosca aluda y leve, en la nasal concurrencia del cristal, en la esfumada lumbre de la antorcha, en la boca en la boca en la boca, el ojo, el pezón, las uñas, los cabellos, en el despeine sobre todo, en el tironeo, en la viajera encantadora sombra, morosa, morada, agotada, otra vez la boca, la selva y el ombligo, en la abertura y en el ahogo, en la conspiración de los sudores y en la condena de las dudas, y en el río final, el acabar pidiendo más, en el morir bardeado el corazón, en fin, aquí.