22.9.09

PORNOIRALGRANO

Yo tengo un grano en la nariz, bah, un grano en cuenta de nariz. Se llama Granuja y nació conmigo, no sabría cómo es mi cara sin él y mucho menos cómo haría el pobre para sobrevivir sin mí, a veces me da por pensar quién lleva a quién, por ejemplo en los ascensores, cuando la gente entra a las apuradas y sin fijarse que ya está lleno se apretujan contra uno y ahí nomás, sin vergüenza ni nada se ponen a mirarnos, a mirarme, a mirarlo, ¿ves?, es que no acabo nunca de decidirme. Sin dudas la imagen que a mí más me gusta es una foto del jardín de infantes donde salimos disfrazados. Granuja está pintado de rojo y parece un payaso y yo tengo ropas cuadriculadas y un bonete con cuernos y la bocaza abierta como para tragarme a la maestra, que sale agarrándome la nariz con los deditos largos, largos acabados en uñas pintadas de rojo. A veces cuando voy al cine algún personaje le dice a otro: “ve al grano”, siempre el de al lado me codea riéndose. A mí no me molesta porque ir al grano significa ir a lo más importante. Y para mí no hay nada más importante que mi grano, Granuja. Me gusta mirarlo en el espejo del baño, en los retrovisores cuando viajo en taxi, en las ventanas de los colectivos cuando es de noche. Y también tocármelo. Puedo pasar tardes enteras dedicado a rascarlo, sobarlo, masajearlo, apretujarlo un poquito, exprimirlo, hidratarlo, acomodarle la pus, descontracturarlo, torcerlo, retorcerlo. Me gusta mucho ir subiendo con las yemas por su jorobita, presionando con mucha suavidad para que su manteca no se escurra entre mis dedos. No soy el único a quien le gusta. Mi gata, Minina, le hace cosquillas con sus garras y duerme la siesta encima, enroscada en su fiaca. Mi vecina, Nita, que va al mismo grado que yo, a veces aparece de entre medio de los yuyos de la vía y me da unas lambidas tiernas que me ponen colorado y tieso. A Nita le gusta porque parece crema pastelera. En la escuela se la pasa con los ojos clavados en Granuja, no sabe aguantarse y a mí me dan unas ganas tremendas de clavarle algo también. A veces me da por pensar si no será en realidad que Nita es amiga de Granuja y no mía. Cuando fuimos a la pileta la otra vez, hablaba de una forma rara, como si yo estuviera ausente y sólo Granuja, achicharrado y húmedo igual a un pajarito en la lluvia, pudiera oírla y entenderla. Peor si le da el sol porque Granuja se endurece, se le forma una lámina brillosa y parece una cabeza nuclear recién pulida que a Nita le fascina. Trepa la comba de su lomo y se olvida de todo, sabe lo mucho que me cuesta decirle que no y se aprovecha. Ojalá nunca se me desinfle, sería como quedarme sin nariz. Una vez casi me pasa. Iba camino de hacer algo importante pero me distraje con una perra que movía la cola de acá para allá, de acá para allá la perra y cuando me acerco veo que se enoja y me lo muerde al Granuja que nada le había hecho. Gracias al cielo pude salir corriendo a ponerle una curita. Ahora que se acerca nuestro cumpleaños quiero que Granuja viva la mejor fiesta de su vida. Mamá cocinará filetes de merluza al orégano y ya compramos los globos y los jugos. Vamos a llenar la pelopincho con hielo porque, aunque no creas, de noche siempre hace más calor que de día. Nita, que cumplió años antes de anteayer, prometió enseñarme sus juguetitos. También vendrá el primo Tincho y haremos sándwiches los tres. A Nita le encantan con mucha mayonesa. Cuando seamos grandes, con Tincho vamos a ser sandwicheros en el cine y Granuja será todo una estrella, ya verán.

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