18.11.10

ESTOY AQUÍ

¿Qué tengo para decirte que no sea que no te puedo decir nada sólido, que no sea mi larga pregunta que me conduce a señalar mi presencia aquí pero sin exigir reconocimiento, qué de cuanto digo dice lo único que acaso necesito, es decir: existo para ser respondido?

Me encuentro solo: dos posibilidades: he perdido el habla; no tengo interlocutores. Mi cuerpo anida en espacios donde la indigencia de sentidos me resulta alarmante. Esto supone que algo de cuanto he sido, incluso de cuanto he sido en lo dicho por mí no permanece. Algunas lecturas, música, el cine sustituyen e incluso logran superar la carencia y la exigencia de infinito: ¿dónde estás?

La búsqueda, presentida como una promesa de fracaso, alienta sin embargo los deseos de partir más que nunca. En realidad busco decir la incertidumbre que habita mi respiración, entrecortada respiración que no sabe decidir el punto hacia donde tendremos que llevar la casa esta vez, respiración que no debe ni puede realizar tal gesto más que como ensoñación: escritura y no otra cosa, allí donde sucede lo imposible, donde uno de pronto resulta exonerado de la vida como de un crimen que los demás creen que no cometió. Y sin embargo yo, el grande y pequeño yo, sabe que no solo ha cometido el crimen, además sabe que de todas formas habrá de pagarlo.

¿En qué estamos? En pleno proceso de confiscar la razón, entregársela a los martilleros públicos, quienes la rematarán a un precio vil. No quiero nada más que ser respondido a pesar de que en esencia no diga nada, nada esencial para nadie, nadie en particular, particularmente digo nada más que la espera de respuesta. Como cuando uno agarra en dirección contraria al resto y no espera que los demás lo sigan, es más, supone lo opuesto, y se asombra cuando de improviso una voz conocida o no pero infinita voz de otro, lo acompaña aunque más no sea para invitarlo a caminar en silencio pero casi como si dijésemos a deslizar los espíritus sobre la cinta del silencio. Igual que la oscuridad es una distancia que al mismo tiempo une y separa, descompone las formas y las vuelve un magma indiferenciado, el silencio consiste en un encuentro auténtico al que se añade una primera infidelidad al compañero: no compartimos nada esencial, apenas vamos haciendo del paseo el trazo de una fuga, vamos unidos por el compartir mismo.

Versión alternativa y corolario de lo antedicho: cada uno llegará de todas formas a donde quepa su casa. Amistad, amor y muerte: experiencias del límite, debe haber un abismo donde tu mano sea la mía.

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