4.11.10

INFAMES PATRAÑAS

INFAMES PATRAÑAS[1]


Sé que se urden a costa de mí infames patrañas dales crédito
algunas de ellas son exactas
Néstor Perlongher, Rivera

La palabra proceso tiene en este caso su acepción judicial. No escondo ningún propósito de participar en la elaboración de la historia de la literatura peruana. Me propongo, sólo, aportar mi testimonio a un juicio que considero abierto. Me parece que en este proceso se ha oído hasta ahora, casi exclusivamente, testimonios de defensa, y que es tiempo de que se oiga también testimonios de acusación. Mi testimonio es convicta y confesamente un testimonio de parte. Todo crítico, todo testigo, cumple consciente o inconscientemente, una misión. Contra lo que baratamente pueda sospecharse, mi voluntad es afirmativa, mi temperamento es de constructor, y nada me es más antitético que el bohemio puramente iconoclasta y disolvente; pero mi misión ante el pasado, parece ser la de votar en contra. No me eximo de cumplirla, ni me excuso por su parcialidad.

JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, "EL PROCESO DE LA LITERATURA" EN 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana (1928)


1.
Hablar de YA ERA, Productora de ideas alternativas y de trabajo no formal, supone considerar el relato de las diversas experiencias editoriales y emprendimientos independientes de poetas menores de 35 años en Salta en los últimos ocho años. Recuerdo que allá por 2002 conocí a Alejandro Luna, José González y Diego Ramos en los inicios de la carrera de Letras. Ellos pertenecían a una cofradía más o menos secreta que se hacía llamar La sociedad de los poetas ebrios. En ese entonces sacaron el único número que vio la luz con sus textos y de otra gente que se ha perdido en el camino, con ilustraciones del Cubano, seudónimo o alias (según la autoridad que lo requiera) de Diego Germán Arroyo, uno de los dibujantes más lúcidos a la hora de la crítica y sensibles a los conflictos sociales. La mayoría de los textos llevaban seudónimos por firma y daban cuenta de ciertas inseguridades de principiante. Ese mismo año tuvo lugar el primer concurso de poesía universitaria, en el cual Luna y yo obtuvimos menciones. Desde entonces trabamos una amistad que dura hasta el día de hoy.

Disuelta la Sociedad de los poetas ebrios, comenzamos a participar en eventos públicos de lectura. Acarreábamos nuestras plaquetas fotocopiadas y las repartíamos a quienes pasaran. Pero no fue sino hasta la aparición de la revista Kamikaze, un proyecto que contaba entre sus principales fundamentos la edición autogestionada de los libros de cada uno de los integrantes: Carlos Varas Mora, Mariano Pereyra, José González, Rodrigo España, Diego Ramos, Alejandro Luna, Fernanda Salas y quien les habla. La revista comenzó a salir en 2005 y no tuvo una tirada muy grande ni regularidad, carecía de editorial y tampoco contaba entre sus páginas con publicidad, de hecho estaban concebidas para regalar.

Los dos primeros números llevaban por título Todo por salvarla y Contra los culos apretados, en cierta manera hablaban por sí solos desde la tapa. La primera tenía un dibujo de Luna, firmado con el seudónimo equus pauper (caballo pobre), que luego daría nombre a su proyecto editorial, en donde una especie de hombre aniñado estaba tumbado en el piso con una flor a punto de romperse en la mano. La segunda era uno de los poetas metiendo el puño en el culo a la estatua de Dávalos, algo así como un fist fucking a los primeros atisbos fascistoides del gobierno de Romero que luego vendrían para todos los salteños.

La estética de Kamikaze, si acaso puede hablarse en esos términos de algo tan grotesco, remitía de manera continua a experiencias cuasi lúmpenes, vivencias de orilla suburbana, pobreza y drogadicción. Es decir, la poesía planeaba sobre percepciones alteradas de la realidad y también observaba con atención y demora aquéllos límites donde el gusto deja de ser bueno y la cultura deja de ser alta. Desde luego existía una intención explícita de identificar la práctica poética con el lugar social del cual proveníamos todos nosotros. Sin embargo no es mi deseo postular que somos la voz del pueblo salteño, la voz de los oprimidos y que vamos a hacer la revolución, nos conformamos con sugerir que la catástrofe ya ha sucedido y esto es lo que queda para decir.

Nietszche sostenía que una ventaja de su tiempo era que cualquier plebeyo podía acceder a lo mejor, es decir lo más aristocrático de cada época, como por ejemplo a Homero, la cúspide de la cultura helénica. Pues bien, nosotros creíamos en la reversibilidad de tal enunciado: nuestra literatura plebeya pretendía irrumpir en los salones aristocráticos de Salta. La finalidad en ambos casos es semejante: modificar el gusto. Comprendemos que el gusto resulta de una ardua labor no exenta de transacciones de orden estético, ético, ideológico, político, sociológico, psicológico. Y en tanto compete a ciertos sentidos acerca de la realidad, supone una disputa por aquellas zonas en donde los seres humanos nos jugamos por el sentido de la vida.

En este caso, la disputa giraba en torno a decir qué era y qué no era poesía en Salta y quiénes podían proferir tamaños juicios de valor. Por ese motivo decidimos sacar a la calle, y salir nosotros con el libro en la mano, un pequeño volumen titulado Crack, de José González. El mito dice que la primera tirada fue de 13 ejemplares encuadernados en cartón corrugado que habíamos recolectado en las calles, cosidos a mano e impresos en una tinta verde algo extravagante. El libro salió en simultáneo con el que sería el último número de Kamikaze, E’ guanaco, expresión pintoresca de las villas para decir de alguien que es muy vivo.

Presentamos estos textos en un encuentro de GRADA en Ledesma. Nos fuimos medio peleados con los escritores porque a ellos no les parecía lindo eso de andar a las puteadas cada dos renglones. Un escritor jujeño, cuyo nombre no recuerdo, ofició como defensor circunstancial. Luego intercambiamos algunos textos. Nos volvimos con los bolsos llenos de nuestra poesía y, por cuestiones de trabajo y estudio dejamos de publicar.

En 2008 Alejandro Luna empezó a asistir a los talleres de poesía dictados por Cristián Adet, hijo del gran poeta Walter Adet, para internos del hospital neuropsiquiátrico de Salta. A partir de esa experiencia edita a dos asistentes del taller Rubén Darío Perea y de Leonel Zapatero bajo el título Circus. Este título marcará el punto de arranque de equus pauper, editorial artesanal que ha publicado, en un formato intemerdio entre el libro y la revista, a Fernanda Salas, Diego Ramos y Rolando Vargas, además de Poemas institucionales y Sublevación de los objetos del propio Luna, uno de mi autoría, Miniaturas de la oscuridad, y la re edición de El pan del consuelo, de Jesús Ferreyra.

Para quienes no lo tienen presente, Ferreyra es el de mayor edad de todos los mencionados hasta ahora y, si nos dejáramos guiar por análisis generacionales, él pertenecería a la de Carlos Aldazábal, Eduardo Robino y Atilio Romano, información que no agrega conocimiento a sus apuestas poéticas. Sin embargo consideramos que su filiación con nuestra escritura y nuestra práctica editorial sobrelleva el sentido de una toma de postura con respecto al campo literario salteño ya consolidado: marca el punto en el que nosotros nos diferenciamos de ellos. A su especial manera, Jesús es una bisagra que, junto a la poesía de José González, permitió la apertura a una sensibilidad en clara disidencia con el discurso poético oficial.

Así pues, llegamos a YA ERA que, como se habrá visto, no es una improvisación de última hora. El proyecto nació como un fanzine y contaba en sus primeras horas con el esfuerzo de un par de artesanos. Luego ganó envergadura gracias al contagio de boca en boca y al sentido de intervención social que sostienen muchas de sus prácticas y postulados. Estos diseñan sus estrategias de intervención de manera tal de acercar la poesía a la gente común (salvo que ¿quién no es común?), formar grupos de socialización a través de actividades comunitarias como ferias de libros, talleres de artesanías, de reciclado y de malabares, espectáculos de títeres y publicación de poesía de los autores ya mencionados. Lo notable es que no existe un centro de operaciones sino que cada actividad se sitúa en algún barrio de la periferia salteña, con lo cual la audiencia gana en diversidad y número.

En la actualidad YA ERA, más allá de la repetición de ciertos lugares comunes por parte de algunos críticos que ven en esto una copia de Eloísa cartonera, ha movilizado sus esfuerzos para conseguir abolir ciertas contravenciones municipales que afectan el pleno ejercicio de derechos de artesanos, malabaristas y trabajadores callejeros, quienes son diariamente sometidos por la policía de la provincia de Salta y encerrados en la Alcaidía de la Ciudad Judicial. Sin ánimos redentoristas de ninguna especie, creemos que no está de más actuar e intervenir en los conflictos sociales, militancia que no se escuda bajo el ala de ningún partido, pues descreemos del poder de estos para cambiar el mundo, sino que asienta su pie en la idea de que la voz es de todos y funciona por donación: el hecho de que sea yo quien habla no es más que una circunstancia, un evento en el devenir del discurso, apenas mi voz señala una estación y el germen de otras voces, las que me contradirán y las que hablarán conmigo.

Por otra parte nuestra práctica no invalida la de los demás, tampoco pretende anular o ningunear esfuerzos genuinos por cambiar el estado del campo literario, por el contrario, sostenemos nuestra fe transformadora en un malentendido primordial: no queremos que todos digamos lo mismo, queremos decirlo al mismo tiempo.

Un libro que nadie lee no existe. Un libro que recurre de manera sistemática al discurso de los poderosos es un loro parlante, una marioneta de los que aplastan cabezas. Es por ello que resulta en extremo saludable discutir las funciones sociales que desempeñan el poeta, el editor que decide publicar esto y no lo otro, el lector que elige (¿?) leer determinada literatura, el crítico que selecciona, jerarquiza, desestima, rechaza, ordena, ignora y legisla sobre el gusto, el docente que enseña y recorta los textos según necesidades ajenas a la formación de espíritus libres.

YA ERA, ahora me refiero a la revista colectiva ilustrada por el Cubano, es una recopilación de mitos, leyendas, medicina alternativa, gualichos, poesía, historia de gente de la calle, drogadictos, cirujas, marginales, pobres en general. Sin embargo no está cerrada a un solo público pues pudo haber sido escrita por cualquiera, no lleva firmas y tampoco interesa demasiado esa función autorial como el reconocimiento del valor performativo del lenguaje. Existimos en la creencia de que la literatura es un medio de transporte complejo: genera y distribuye sentidos en una sociedad; aproxima sujetos que se reconocen en la respiración, en el ritmo de una voz; hace posible el encuentro con el otro, encuentro que sucede cuando uno da aquello que no le pertenece, la palabra, a aquel que no se lo esperaba.

Resulta en extremo saludable que exista equus pauper, YA ERA, Víctor Hanne, la Subsecretaría de Cultura de la Provincia, porque así la diversidad de estéticas, de modos de producción, de formas de poner los textos en circulación y el público que esas prácticas editoriales generan se enriquece, permiten discutir los vínculos con los poderes, producir las tensiones necesarias para romper y renovar el pacto con ciertos discursos y sobre todo genera una competitividad que afecta a eso que llamé el sentido de la vida. No todo cuanto se dice está en los libros, YA ERA encuentra en las paredes, en papeles rotos esparcidos al azar, en la oralidad del callejeo, en la feria y el desorden ambulante los espacios vinculares de su comunidad y los sentidos de sus prácticas.

2.

Al parecer nuestra curiosa época perdió la fe. Como muchos de los aquí presentes, provengo de una provincia mediterránea situada en una de las regiones más pobres del planeta[2]. No creo, sin embargo, que haya una relación directa entre la aridez del paisaje y las producciones intelectuales de sus habitantes. Pero sí creo que ese argumento resulta funcional a la hora de alistarse en las filas regresivas de los críticos y literatos del Estado, quienes ven con ojos irritados nuestro desempeño artístico. Por ejemplo, en Salta no se discute el canon, se lo da por sentado: Dávalos, de prosa insuperable, y Castilla, el de “ojo decididamente virgen”[3].

De muchas maneras sostener que Dávalos y Castilla son insuperables, desconociendo a la poesía de Jacobo Regen y a la prosa de Juan Ahuerma, supone la sumisión a los rigores de los estudios de linaje. Una de las funciones de este tipo de estudios consiste en ejercer un control sobre las sucesiones legítimas de escritores. Generalmente un notable realiza esa labor[4]. Santiago Sylvester, por caso, ha asumido esa tarea teniendo como horizonte epistemológico el análisis generacional: elabora un listado de nombres, realiza generalizaciones sobre sus textos y en su papel de notable extiende carta de ciudadanía a escritores hasta entonces iletrados. La dispersión de la palabra poética, en muchas ocasiones, se ve coartada por la difusión y mención de nombres. Un mencionado, en boca de un notable, se convierte en poeta, título que ni Jesucristo se dio para sí. De esta manera el ejercicio crítico se convierte en una función pública y el poeta entra a conformar una casta aparte dentro de la sociedad, la de los iluminados, personajes flotantes que recorren las callecitas del centrito observando cómo el mundo se mueve debajo, muy por debajo de sus pies.

Ahora bien, ¿dónde quedan y qué lugar ocupan los ciudadanos iletrados en la ciudad lustrada?, ¿tienen voz?, y si la tienen, ¿qué dicen? Siempre resultará curioso el hecho de que en Salta, cuando alguien tiene la palabra, no la quiera soltar. Por el contrario, un acto fundamental de la literatura consiste en impactar en el corazón de su tiempo.

Puestos a caminar por las calles, existen horas en que uno se ha convertido en oído y entonces advierte que una solidaridad básica de la poesía sucede en el acto de compartirla. Entonces, ¿por qué esperar un año para ganar un concurso de la provincia si podíamos publicar cinco títulos en una semana? Los tiempos han cambiado, ¿es necesario decirlo?

Un libro que señala un punto de partida a YA ERA es Crack, escrito en 2008 y publicado por Kamikaze ese mismo año. En él, el lenguaje padece la torsión suficiente para dar cuenta de cuerpos sometidos a la catástrofe. El poema 13[5], por ejemplo, ejecuta en su vaivén el sentido posible de la carne flagelada por el paco en las villas salteñas bajo las botas policiales de fines del romerismo. El poema 22[6], por su parte, escenifica el deambuleo urbano, la paranoia de los narcotizados y los estados alterados de los sentidos. La alteración del sentido construye la respuesta violenta sobre el lenguaje a la violencia de los poderosos sobre los cuerpos de los jóvenes[7].

Eran tiempos de miseria material e intelectual en la casa donde vive la cultura, Caseros 460, por si no lo encuentran en el Google map. ¿De qué manera los poetas y funcionarios de la poesía, encantados en digitar el sistema de sucesión literaria, “objetivaban la realidad de su tierra”? Si leemos el poema 27 de Crack vemos que la voz generada desde ese lugar extraño a la percepción oficial impugna la validez del discurso hegemónico:

“¿ qué poesía ? que el choto me chupe la poesía
he leído y escrito palabras sin carne ni lengua

ahora ya fue o va a ser

y la poesía: antiguo espiral de muertos en la boca”


Morandini nos informa que Dávalos fue el mejor en cuestiones de objetivar un habla regional, claro que olvidó decir que lo hacía como ninguno. Es posible decir que el valor de esa literatura de autor notable, realista, conservadora, que reproducía de manera tardía una tradición a destiempo, vale por haber sido la primera de su tipo en esta pobre región.

La sensibilidad, el gusto, los sentidos de la vida cotidiana, todos son objetos de disputas. Algunos poemas cuestionan y ponen en crisis la escritura misma del valle. Por todas partes, estos discursos buscan sus modos de circular y alcanzar aquellos lugares adonde únicamente llegan unos colectivos repletos de polvo y gente. Nunca está demás preguntarse si quienes viven en las orillas de la ciudad lustrada también son ciudadanos. Veamos por ejemplo este fragmento que diseña un escenario hostil, donde la circulación de los ciudadanos está marcada por fuerzas centrífugas:

“Todos complotan en el país de los pelotudos, tantos celulares para no comunicarnos con nadie en el microcentro policial, casco histórico, policías, tiendas, más policías, tiendas para policías, tiendas para policías de barrio, sillas en la mesa, las mesas en las calles y sus plazas adoquinadas, los hippies, las cámaras por seguridad, la ley seca, los niños abusados, las botellitas de plástico, los faroles, los farolitos, los arbolitos de la recova, el alambre de púas, la caja idiota en la cabeza de las escuelas, más celulares, la policía con sus celulares y sus malditas fotos de la culpa y cargo de todo lo creado.
Aquí en Salta se postra el paraíso de todos los estafadores.” (de YA ERA, revisteril contemporáneo).

En pocas palabras, YA ERA es una productora de ideas alternativas y trabajo no formal, dedicada al reciclaje y producción de libros, donde participa gente de la que hay que desconfiar porque tienen los siguientes rasgos: rostros asimétricos, tatuajes, cicatrices, ropa sucia y hablan como delincuentes. Somos cualquiera escribiendo y no vamos a detenernos ahora, marchamos sencillamente[8].

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[1] Texto leído en el I Simposio del Sub-proyecto interinstitucional sobre la literatura del NOA, San Salvador de Jujuy, 19 de octubre de 2010.
[2] Cito un fragmento de la crítica realizada por el reconocido crítico cordobés Alejandro Morandini a un texto acerca de nuestras andanzas en Jujuy: “Y luego: el canon: men, vivimos en una provincia mediterránea en la zona más pobre del planeta, ¿de qué canon me hablan? Hay una pobreza material e intelectual que espanta: ahora si canon es repetir a Dávalos: bienvenido, todavía no leí ni una línea en prosa mejor escrita que la de Dávalos y no porque estuviera "bien" escrita, sino que la supere en tanto visión de la sociedad que describe y el uso del lenguaje local y acierte en lo que objetiva, lo mismo con los versos de Castilla”. El texto completo puede consultarse en el blog opadromo (http://opadromo.blogspot.com/2010/10/respuesta-iracunda-las-andanzas-de-juan.html) en donde además han sido publicados textos de Alejandro Luna y de quien les habla acerca de cuestiones referidas a los sistemas de legitimación de discursos en la Provincia de Salta.
[3] He recuperado ese verso de un libro de poesía del reconocido crítico cordobés, Bestias domésticas, que ganó el concurso de poesía para autores inéditos del año 2005 de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta. No debemos olvidar que esta última es la principal institución legitimadora en Salta, sus dictámenes otorgan, de manera automática, las llaves de la ciudad letrada.
[4] En una monografía sobre el anarquismo en Argentina, Luz Heredia sostiene que es posible advertir prácticas cristalizadas en las sociedades de las provincias que denomina nepotismos provinciales. Dichas prácticas generan representaciones sociales que desactivan la movilidad social de los actores, puesto que tienden a perpetuar en lugares estratégicos de poder a las élites dominantes: “estos grupos no son ni se imaginan iguales. La desigualdad y la jerarquía son públicamente reconocidas, son consideradas como naturales. Estas categorías nativas de superioridad “naturales” son encarnadas en un actor especifico, el notable, quien es la única voz legítima de enunciación […] Los notables eran personas con educación y erudición, en su mayoría pertenecientes a familias de renombre de la clase aristocrática, los depositarios no solo de la tradición sino también del poder político y económico”.
[5] cuerpos cuerpos cuerpos /sombra// repetición del mismo cuerpo/ en la esquina/ en el cordón de la vereda// todos los días el mismo día en la cuadra/ mudanza inmóvil de los cuerpos/ que son ninguno/
la eternidad instantánea/ de una esquina a otra// mudanza inmóvil de ruinas// chispazos de encendedores que ponen/ a funcionar los relojes/ durante el único segundo antes de ser/ fantasma al final de una pipa
[6] dibujito del odio escrache en los ojos/ no mirés/ no mirés// se ha aplicado la tumba/ y todo el mundo policía/ vigila los rostros rotos// alambra el mundo con borde atravesado// sólo el llantazo quiebra límites en las caras// escritura sin palabras
[7] El cuento “Valentín, historia de un pipero”, publicado en YA ERA, tiene la siguiente dedicatoria: “a todos aquellos que habitan en los sótanos del infierno y mantienen viva la fe de las calles, sus códigos vivos y su lacerada juventud, porque son ejemplos tristes del dolor y la pasión por un inexplicable viaje al fondo del horno”.
[8] "vacilamos, pero es necesario que no nos asustemos ni soltemos, por así decir, el nuevo saber. además, no podemos ya volver a lo antiguo; hemos quemado las naves y no nos queda más remedio que hacer de tripas corazón, suceda lo que suceda. marchamos sencillamente, cambiamos de sitio". (fragmento 248 de humano demasiado humano).

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